Ese hombre de rala barba,
barba blanca ya envejecida,
que en este instante,
absorto, segrega hollín
y ceniza al paisaje
con sus lentas y ululantes palabras.
Ese hombre de rala barba,
tiempo atrás perdió la esperanza
y ahora dicen que también
la cabeza. A ese hombre de
barba blanca ya envejecida,
cada día le constatan el pulso
antes de levantarse mientras él,
postrado en cama, llora;
porque la desmemoria
ha desvencijado sus cuadros;
porque la osamenta
de su madre se ha quebrado;
porque ya nada pierde

                                 ya nada gana.