Ese intenso dolor de cabeza que vuelve todas las mañanas. Desgraciado taladro que escaba en su cabeza producido por el abuso de su compañera. Ella siempre viste con ese precioso cuero, la envuelve como si fuera una funda y le da una imagen que no corresponde a su interior. Su cuerpo desnudo es frío y metálico, a veces parece que no se inmuta ante nada. Sus sentimientos y su interior son siempre amargos, solo probarlos le produce un intenso ardor.
Pero él es adicto a ella, a su interior, adicto a saborear cómo se desliza por sus labios, adicto a ese calor que siente cuando la toma, y esclavo al sabor amargo que adormece todos sus sentidos. Ella son sus lágrimas, ella es su felicidad.
Los minutos se convierten en horas cuando está alejado de ella. Las alucinaciones se suceden en sus enrojecidos ojos debido a la necesidad imperiosa de sentirla junto a él, su adicción.
Va al supermercado y donde siempre la encuentra iluminada por una luz tungsteno. Abre su cartera, 4€, mira el precio, 17.80€. ¡A la mierda! Llena la cesta, saca la pistola, salta a la caja y descerraja 2 tiros al guardia jurado. Sale de allí, satisfecho, ahora tiene lo que quiere.