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Javier Soler Ródenas

Como cada noche, uno sueña con irrumpir en tu habitación persiguiendo mi sombra, para raptarte y llevarte a Nunca Jamás. Sé que podremos encender la luz sin asustarnos, sé con certeza que no sucumbiremos a la traición de crecer tal y como hizo Wendy. Sé que aún recuerdas cómo vuelan las Hadas, cómo se esparce el polvo de sus alas. Encenderemos la luz en estos tiempos oscuros en los que nos tratan de convencer de que la guerra es necesaria, en estos tiempos de androides globales persiguiéndonos implacables por las calles de Seattle o Praga. En estos tiempos en los que el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos. En estos días en que Niños Perdidos arañan el hielo de la luz de la mañana.

Mi patria es mi infancia. Y ahora toca vivir este exilio que es la vida, más llevadero gracias a la música. Hoy es siempre todavía, cantaba Machado. Así que tampoco nos pongamos tristes, muchacho. Se cayeron mis alas y yo no me rendí. Ven para acá, pues, que aún queda todo por hacer: por los días, por las resacas y las canciones que hemos de cruzar, por las flores de tu vientre...

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